1. Espacio y pensamiento geográfico.
1.- INTRODUCCIÓN
Pese a que no todos los geógrafos lo comparten, la geografía, a pesar de llevar un nombre milenario, es una disciplina reciente, una disciplina moderna, construida a partir de la segunda mitad del XIX. Con todo, reconocer este carácter joven de la disciplina geográfica no significa ignorar la existencia de una tradición de más de 2.000 años, amparada por la misma denominación. Supone simplemente separar lo que es la historia de la geografía de lo que puede apuntarse como sus antecedentes. No se trata de una valoración peyorativa de los conocimientos del pasado desde el complejo de superioridad de la ciencia moderna, sino de reconocer que son dos formas distintas de conocimiento.
Lo que distingue la geografía de sus prolongados antecedentes históricos, como sucede en otros muchos campos de las ciencias modernas, es un rasgo epistemológico esencial: la geografía moderna se constituye a partir de una ruptura epistemológica que la separa de las formas precedentes de conocimiento sobre el espacio; corresponde a la fundación de un campo epistemológico, en el sentido que lo planteaba FOUCAULT. La geografía es una disciplina moderna, que sólo adquiere sentido en el contexto cultural de la Europa moderna, y que sólo cristaliza como tal disciplina en unas condiciones históricas determinadas. La geografía moderna es un producto europeo, a partir de un proyecto alemán, aunque después se desarrolle con influencias muy diversas. Este desarrollo se identifica con un esfuerzo por darle perfil propio, por construir un objeto, por establecer un campo diferenciado, por darle estatuto científico. Este carácter europeo y occidental no es inocuo, y proporciona a la disciplina perfiles específicos, asociados a la cultura occidental, que es una cultura europea de acusado etnocentrismo.
Con ello, lo que hay que plantear es una visión crítica (abierta) de lo que llamamos geografía, mostrar la diversidad de formas que presenta, señalar sus antecedentes (para diferenciarla de éstos), informar sobre el marco cultural en el que se constituye, resaltar la riqueza y variedad de perspectivas y aportaciones con que se construye. Esto es, se trata de indagar en el proceso de definición de la disciplina y poner de manifiesto su carácter múltiple y contradictorio. Así, no puede concebirse la concepción del espacio sin tener en cuenta cada sociedad y cada comunidad, pues esta concepción está muy ligada a rasgos culturales. Además, el espacio no ha sido contemplado de igual forma a lo largo de la historia de la geografía. Ni ha sido entendido en los mismos términos ni contemplado en las mismas perspectivas. Hay que resaltar que el modo de entender el espacio difiere, y que el acento se coloca, en cada caso, en aspectos distintos. Se habla de lugares, de paisajes, de regiones, de configuraciones espaciales, de espacio social. Constituyen distintas formas de representar el espacio como objeto geográfico.
Estas diferencias terminológicas no son inocuas. Descubren perspectivas contrapuestas en el entendimiento del objeto de la geografía. El telón de fondo espacial no asegura una percepción común del espacio. Por el contrario, las diferentes nomenclaturas nos indican marcos teóricos distintos y así, es espacio se transmuta en sinónimos que, en realidad, son alternativas. Según SIMONSEN, “el vínculo entre teoría social y concepto de espacio es esencial”.
Por tanto, la conceptuación del espacio geográfico está condicionada por la concepción subyacente de la geografía. Tras el uso único del término espacio se encuentran marcos teóricos e intelectuales contradictorios. Establecen las determinaciones específicas del espacio geográfico como objeto distinto y elaborado de la noción de espacio. El espacio es, en primer término, una noción vinculada a la dimensión espacial de la vida humana. Sólo a posteriori se transforma en un concepto construido. Esta construcción se produce en el marco de la cultura occidental. Su expresión más elaborada se encuentra en la geografía.
2.- ESPACIO Y GEOGRAFÍA. LAS CONCEPCIONES DEL ESPACIO GEOGRÁFICO
Con lo visto, esa afirmación primera, que podría parecer banal, no lo es en absoluto: el espacio es el objeto de estudio de la Geografía. Sin embargo, frente a la multitud, prácticamente inabarcable, de definiciones sobre lo que es la Geografía, hay muchos menos estudios sobre qué es el espacio. Y así, cuando se está muy preocupado por la geografía en sí misma (como ciencia formalizada), y poco o nada en lo que es su objeto de estudio (el espacio), se corre el error de caer en el error condenado ya en 1898 por DURKHEIM en relación a los sociólogos de su tiempo: el de “trabajar de forma más o menos exclusiva con los conceptos, y no con las cosas”. Pero como en toda disciplina del universo del saber, en Geografía es fundamental también la definición y delimitación (teórica y metodológica) del objeto de estudio. Para la ciencia geográfica en particular, llegar a dicho objetivo supone también un cierto número de riesgos. El más importante, según Milton SANTOS, es “el de confundir en dicho ejercicio teórico y metodológico la ciencia misma y su objeto”.
Pero además, no basta con reconocer un objeto propio del estudio geográfico. La identificación del objeto tendría escaso significado si no se pueden definir las categorías fundamentales. Estas categorías cambian de significado con la historia, pero constituyen también una base permanente, y, por ello mismo, una guía constante para la teorización. Así, según SANTOS, “si queremos alcanzar unos resultados buenos en este ejercicio indispensable [la teorización], debemos centralizar nuestras preocupaciones en torno a la categoría (espacio) tal y como se presenta, como un producto histórico. Son los hechos referentes a la génesis, al funcionamiento y a la evolución del espacio los que nos interesan en primer lugar”. Y, primero de todo, por tanto, hay que definir el espacio.
Sin embargo, no resulta nada fácil definir el espacio, sino que, todo lo contrario, es una tarea sumamente ardua. San Agustín decía del tiempo: “si me preguntan si sé lo que es, respondo que sí; si me piden que lo defina, respondo que no lo sé”. Lo mismo puede decirse del espacio, y así, según SANTOS, “se comprende que los geógrafos se dedicasen mucho más a la definición de la geografía que a la definición del espacio”.
La noción de espacio fue objeto de interés para los filósofos desde Platón y Aristóteles, y cubre todavía una variedad amplísima de objetos y significados:
· los utensilios comunes de la vida doméstica, como una tetera o un cenicero, son espacio
· una estatua o una escultura, cualquiera que sea su dimensión, son espacio
· una casa es espacio, y también una ciudad
· existe el espacio de una nación (sinónimo de territorio)
· existe el espacio terrestre (de la vieja definición de geografía) como corteza del planeta
· y existe también el espacio ultraterrestre, que se va conquistando por el hombre, o incluso el espacio sideral
· ...
Pero el espacio que realmente interesa es el espacio humano o espacio social, que contiene o está contenido por todos estos múltiplos del espacio, que son el objeto de estudio de disciplinas particulares como la escultura, el urbanismo, la física, la astronomía, etc., que los definen de forma concreta. Lo cierto es, sin embargo, que la dimensión de cada uno de estos espacios importaría poco si el contenido se impusiera de forma más simple a la sensibilidad del hombre. No hay grandes dificultades en definir un vaso de flores, un rascacielos, un planeta o una constelación: el espíritu humano se satisface rápidamente con estas definiciones. Pero cuando la curiosidad humana se transfiere al espacio humano (al espacio social), aparecen enormes dificultades porque éste es la morada de los hombres, su lugar de vida y trabajo.
Así, las formas bajo las que se presenta, y su contenido, son tan variadas, que la tarea de incluir bajo una unidad definitoria tan gran multiplicidad de hechos surge como un gran obstáculo, sobre todo porque tanto la terminología cotidiana como la propia conceptualización están cargadas con las múltiples acepciones correspondientes a los otros tipos de espacio. La pregunta que surge es: ¿cuál es, entonces, el espacio del hombre?, y la respuesta podría ser: el espacio geográfico. Pero, ¿cuál es ese espacio geográfico? Y aquí la definición es más ardua, ya que tiende a cambiar con el proceso histórico, ya que el espacio geográfico es también el espacio social.
Así, la primera pregunta para abrir el debate geográfico debe ser: ¿se puede encontrar una definición única de esta categoría espacio, o tenemos frente a nosotros varias categorías diferentes?
Como muestra la pregunta abierta, hay que plantearse si cabe una concepción única de la categoría espacio. La respuesta no es fácil, por lo que se trata de establecer, en primer lugar, un marco de generalización. Para comenzar, se puede señalar, como afirma Milton SANTOS, que hay al menos dos categorías diferentes:
· el espacio como categoría permanente, esto es, el espacio de todos los tiempos, que sería una categoría universal marcada por lo inmanente, por lo que atraviesa el tiempo y no pertenece a un tiempo y a un lugar dado
· el espacio como categoría histórica, esto es, tal y como se presenta hoy ante nosotros: nuestro espacio, el espacio de nuestro tiempo. Hace referencia a lo propiamente histórico, a lo transitorio, a lo específico de cada tiempo y lugar. Estos tiempo y lugar están atravesados por la noción de sistema social
De cualquier forma, ni en un caso ni en el otro las definiciones son inmutables, ni fijas, ni eternas, dado que las categorías (o, como las llama MANDEL, las “variables de base”) adquieren un valor diferente según sea el ángulo desde el que se estudian los fenómenos y según las diferentes épocas históricas:
· en el caso del espacio como categoría universal y permanente, los progresos filosóficos y científicos permiten definirlo de forma diferente en cada momento. Las ciencias naturales no son exactas porque en cada momento histórico los fenómenos llamados naturales tienen una definición diferente como resultado de los progresos obtenidos por las denominadas ciencias “exactas” y por las ciencias del conocimiento, como la filosofía y las propias ciencias sociales
· en relación al espacio como categoría histórica, con la historia cambia el propio significado de los objetos, su contenido y las relaciones entre ellos. Así, FEUERBACH decía que “el mundo social que está a nuestro alrededor no es una cosa dada para toda la eternidad”
En realidad, ambos caminos se cruzan, y el conocimiento del espacio como categoría universal se incluye en el conocimiento del espacio como categoría histórica , y viceversa. La interacción entre las leyes universales y los comportamientos históricos contribuye a la elaboración de, si no una definición, al menos de un concepto de espacio que siga siendo filosófico, pero a la vez sea operacional. Podemos partir de la tentativa de definición de Milton SANTOS: “el espacio debe considerarse como un conjunto de relaciones realizadas a través de las funciones y de las formas que se presentan como testimonio de una historia escrita por los procesos del pasado y del presente. Es decir, que el espacio se define como un conjunto de formas representativas de las relaciones sociales del pasado y del presente, y por una estructura representada por las relaciones sociales que ocurren ante nuestros ojos y que se manifiestan por medio de los procesos y las funciones. Así, el espacio es un verdadero campo de fuerzas cuya aceleración es desigual, y ésta es la razón de que la evolución espacial no se realice de forma idéntica en todos los lugares”.
3.- CORRIENTES ACTUALES DEL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO
En el siglo XIX se produce el “verdadero renacimiento de la Geografía en Europa”, impulsado principalmente por Alexander VON HUMBOLDT y Karl RITTER. Frente a la “antigua geografía”, descriptiva, inventarial y enumerativa, plantean una “nueva geografía” o “geografía moderna”, definitivamente explicativa, sistemática y científica.
BIBLIOGRAFÍA
· GÓMEZ MENZOZA, Josefina; MUÑOZ JIMÉNEZ, Julio y ORTEGA CANTERO, Nicolás, El pensamiento geográfico, Madrid, Alianza, 1994 (2ª ed., corregida y ampliada)
· ORTEGA VALCÁRCEL, José, Los horizontes de la Geografía (Teoría de la Geografía), Barcelona, Ariel, 2000
· SANTOS, Milton, Por una geografía nueva, Madrid, Espasa, 1990
· VILÁ VALENTÍ, J., Introducción al estudio teórico de la Geografía, Barcelona, Ariel, 1983
Pese a que no todos los geógrafos lo comparten, la geografía, a pesar de llevar un nombre milenario, es una disciplina reciente, una disciplina moderna, construida a partir de la segunda mitad del XIX. Con todo, reconocer este carácter joven de la disciplina geográfica no significa ignorar la existencia de una tradición de más de 2.000 años, amparada por la misma denominación. Supone simplemente separar lo que es la historia de la geografía de lo que puede apuntarse como sus antecedentes. No se trata de una valoración peyorativa de los conocimientos del pasado desde el complejo de superioridad de la ciencia moderna, sino de reconocer que son dos formas distintas de conocimiento.
Lo que distingue la geografía de sus prolongados antecedentes históricos, como sucede en otros muchos campos de las ciencias modernas, es un rasgo epistemológico esencial: la geografía moderna se constituye a partir de una ruptura epistemológica que la separa de las formas precedentes de conocimiento sobre el espacio; corresponde a la fundación de un campo epistemológico, en el sentido que lo planteaba FOUCAULT. La geografía es una disciplina moderna, que sólo adquiere sentido en el contexto cultural de la Europa moderna, y que sólo cristaliza como tal disciplina en unas condiciones históricas determinadas. La geografía moderna es un producto europeo, a partir de un proyecto alemán, aunque después se desarrolle con influencias muy diversas. Este desarrollo se identifica con un esfuerzo por darle perfil propio, por construir un objeto, por establecer un campo diferenciado, por darle estatuto científico. Este carácter europeo y occidental no es inocuo, y proporciona a la disciplina perfiles específicos, asociados a la cultura occidental, que es una cultura europea de acusado etnocentrismo.
Con ello, lo que hay que plantear es una visión crítica (abierta) de lo que llamamos geografía, mostrar la diversidad de formas que presenta, señalar sus antecedentes (para diferenciarla de éstos), informar sobre el marco cultural en el que se constituye, resaltar la riqueza y variedad de perspectivas y aportaciones con que se construye. Esto es, se trata de indagar en el proceso de definición de la disciplina y poner de manifiesto su carácter múltiple y contradictorio. Así, no puede concebirse la concepción del espacio sin tener en cuenta cada sociedad y cada comunidad, pues esta concepción está muy ligada a rasgos culturales. Además, el espacio no ha sido contemplado de igual forma a lo largo de la historia de la geografía. Ni ha sido entendido en los mismos términos ni contemplado en las mismas perspectivas. Hay que resaltar que el modo de entender el espacio difiere, y que el acento se coloca, en cada caso, en aspectos distintos. Se habla de lugares, de paisajes, de regiones, de configuraciones espaciales, de espacio social. Constituyen distintas formas de representar el espacio como objeto geográfico.
Estas diferencias terminológicas no son inocuas. Descubren perspectivas contrapuestas en el entendimiento del objeto de la geografía. El telón de fondo espacial no asegura una percepción común del espacio. Por el contrario, las diferentes nomenclaturas nos indican marcos teóricos distintos y así, es espacio se transmuta en sinónimos que, en realidad, son alternativas. Según SIMONSEN, “el vínculo entre teoría social y concepto de espacio es esencial”.
Por tanto, la conceptuación del espacio geográfico está condicionada por la concepción subyacente de la geografía. Tras el uso único del término espacio se encuentran marcos teóricos e intelectuales contradictorios. Establecen las determinaciones específicas del espacio geográfico como objeto distinto y elaborado de la noción de espacio. El espacio es, en primer término, una noción vinculada a la dimensión espacial de la vida humana. Sólo a posteriori se transforma en un concepto construido. Esta construcción se produce en el marco de la cultura occidental. Su expresión más elaborada se encuentra en la geografía.
2.- ESPACIO Y GEOGRAFÍA. LAS CONCEPCIONES DEL ESPACIO GEOGRÁFICO
Con lo visto, esa afirmación primera, que podría parecer banal, no lo es en absoluto: el espacio es el objeto de estudio de la Geografía. Sin embargo, frente a la multitud, prácticamente inabarcable, de definiciones sobre lo que es la Geografía, hay muchos menos estudios sobre qué es el espacio. Y así, cuando se está muy preocupado por la geografía en sí misma (como ciencia formalizada), y poco o nada en lo que es su objeto de estudio (el espacio), se corre el error de caer en el error condenado ya en 1898 por DURKHEIM en relación a los sociólogos de su tiempo: el de “trabajar de forma más o menos exclusiva con los conceptos, y no con las cosas”. Pero como en toda disciplina del universo del saber, en Geografía es fundamental también la definición y delimitación (teórica y metodológica) del objeto de estudio. Para la ciencia geográfica en particular, llegar a dicho objetivo supone también un cierto número de riesgos. El más importante, según Milton SANTOS, es “el de confundir en dicho ejercicio teórico y metodológico la ciencia misma y su objeto”.
Pero además, no basta con reconocer un objeto propio del estudio geográfico. La identificación del objeto tendría escaso significado si no se pueden definir las categorías fundamentales. Estas categorías cambian de significado con la historia, pero constituyen también una base permanente, y, por ello mismo, una guía constante para la teorización. Así, según SANTOS, “si queremos alcanzar unos resultados buenos en este ejercicio indispensable [la teorización], debemos centralizar nuestras preocupaciones en torno a la categoría (espacio) tal y como se presenta, como un producto histórico. Son los hechos referentes a la génesis, al funcionamiento y a la evolución del espacio los que nos interesan en primer lugar”. Y, primero de todo, por tanto, hay que definir el espacio.
Sin embargo, no resulta nada fácil definir el espacio, sino que, todo lo contrario, es una tarea sumamente ardua. San Agustín decía del tiempo: “si me preguntan si sé lo que es, respondo que sí; si me piden que lo defina, respondo que no lo sé”. Lo mismo puede decirse del espacio, y así, según SANTOS, “se comprende que los geógrafos se dedicasen mucho más a la definición de la geografía que a la definición del espacio”.
La noción de espacio fue objeto de interés para los filósofos desde Platón y Aristóteles, y cubre todavía una variedad amplísima de objetos y significados:
· los utensilios comunes de la vida doméstica, como una tetera o un cenicero, son espacio
· una estatua o una escultura, cualquiera que sea su dimensión, son espacio
· una casa es espacio, y también una ciudad
· existe el espacio de una nación (sinónimo de territorio)
· existe el espacio terrestre (de la vieja definición de geografía) como corteza del planeta
· y existe también el espacio ultraterrestre, que se va conquistando por el hombre, o incluso el espacio sideral
· ...
Pero el espacio que realmente interesa es el espacio humano o espacio social, que contiene o está contenido por todos estos múltiplos del espacio, que son el objeto de estudio de disciplinas particulares como la escultura, el urbanismo, la física, la astronomía, etc., que los definen de forma concreta. Lo cierto es, sin embargo, que la dimensión de cada uno de estos espacios importaría poco si el contenido se impusiera de forma más simple a la sensibilidad del hombre. No hay grandes dificultades en definir un vaso de flores, un rascacielos, un planeta o una constelación: el espíritu humano se satisface rápidamente con estas definiciones. Pero cuando la curiosidad humana se transfiere al espacio humano (al espacio social), aparecen enormes dificultades porque éste es la morada de los hombres, su lugar de vida y trabajo.
Así, las formas bajo las que se presenta, y su contenido, son tan variadas, que la tarea de incluir bajo una unidad definitoria tan gran multiplicidad de hechos surge como un gran obstáculo, sobre todo porque tanto la terminología cotidiana como la propia conceptualización están cargadas con las múltiples acepciones correspondientes a los otros tipos de espacio. La pregunta que surge es: ¿cuál es, entonces, el espacio del hombre?, y la respuesta podría ser: el espacio geográfico. Pero, ¿cuál es ese espacio geográfico? Y aquí la definición es más ardua, ya que tiende a cambiar con el proceso histórico, ya que el espacio geográfico es también el espacio social.
Así, la primera pregunta para abrir el debate geográfico debe ser: ¿se puede encontrar una definición única de esta categoría espacio, o tenemos frente a nosotros varias categorías diferentes?
Como muestra la pregunta abierta, hay que plantearse si cabe una concepción única de la categoría espacio. La respuesta no es fácil, por lo que se trata de establecer, en primer lugar, un marco de generalización. Para comenzar, se puede señalar, como afirma Milton SANTOS, que hay al menos dos categorías diferentes:
· el espacio como categoría permanente, esto es, el espacio de todos los tiempos, que sería una categoría universal marcada por lo inmanente, por lo que atraviesa el tiempo y no pertenece a un tiempo y a un lugar dado
· el espacio como categoría histórica, esto es, tal y como se presenta hoy ante nosotros: nuestro espacio, el espacio de nuestro tiempo. Hace referencia a lo propiamente histórico, a lo transitorio, a lo específico de cada tiempo y lugar. Estos tiempo y lugar están atravesados por la noción de sistema social
De cualquier forma, ni en un caso ni en el otro las definiciones son inmutables, ni fijas, ni eternas, dado que las categorías (o, como las llama MANDEL, las “variables de base”) adquieren un valor diferente según sea el ángulo desde el que se estudian los fenómenos y según las diferentes épocas históricas:
· en el caso del espacio como categoría universal y permanente, los progresos filosóficos y científicos permiten definirlo de forma diferente en cada momento. Las ciencias naturales no son exactas porque en cada momento histórico los fenómenos llamados naturales tienen una definición diferente como resultado de los progresos obtenidos por las denominadas ciencias “exactas” y por las ciencias del conocimiento, como la filosofía y las propias ciencias sociales
· en relación al espacio como categoría histórica, con la historia cambia el propio significado de los objetos, su contenido y las relaciones entre ellos. Así, FEUERBACH decía que “el mundo social que está a nuestro alrededor no es una cosa dada para toda la eternidad”
En realidad, ambos caminos se cruzan, y el conocimiento del espacio como categoría universal se incluye en el conocimiento del espacio como categoría histórica , y viceversa. La interacción entre las leyes universales y los comportamientos históricos contribuye a la elaboración de, si no una definición, al menos de un concepto de espacio que siga siendo filosófico, pero a la vez sea operacional. Podemos partir de la tentativa de definición de Milton SANTOS: “el espacio debe considerarse como un conjunto de relaciones realizadas a través de las funciones y de las formas que se presentan como testimonio de una historia escrita por los procesos del pasado y del presente. Es decir, que el espacio se define como un conjunto de formas representativas de las relaciones sociales del pasado y del presente, y por una estructura representada por las relaciones sociales que ocurren ante nuestros ojos y que se manifiestan por medio de los procesos y las funciones. Así, el espacio es un verdadero campo de fuerzas cuya aceleración es desigual, y ésta es la razón de que la evolución espacial no se realice de forma idéntica en todos los lugares”.
3.- CORRIENTES ACTUALES DEL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO
En el siglo XIX se produce el “verdadero renacimiento de la Geografía en Europa”, impulsado principalmente por Alexander VON HUMBOLDT y Karl RITTER. Frente a la “antigua geografía”, descriptiva, inventarial y enumerativa, plantean una “nueva geografía” o “geografía moderna”, definitivamente explicativa, sistemática y científica.
BIBLIOGRAFÍA
· GÓMEZ MENZOZA, Josefina; MUÑOZ JIMÉNEZ, Julio y ORTEGA CANTERO, Nicolás, El pensamiento geográfico, Madrid, Alianza, 1994 (2ª ed., corregida y ampliada)
· ORTEGA VALCÁRCEL, José, Los horizontes de la Geografía (Teoría de la Geografía), Barcelona, Ariel, 2000
· SANTOS, Milton, Por una geografía nueva, Madrid, Espasa, 1990
· VILÁ VALENTÍ, J., Introducción al estudio teórico de la Geografía, Barcelona, Ariel, 1983
Comentarios
Publicar un comentario